El Despertar
"Hay años para hacer preguntas, y años para hallar las respuestas" Buda.
Hace dos años tomé la decisión de emprender una misión al Chocó en honor a Nuestra Señora del Carmen, los motivos parecían obvios, desde niña tengo espíritu de misionera, quería repetir el legado de mi madre de ayudar a los más vulnerables; los habitantes de Condoto - Chocó eran los que felices recibían a las hermanas salesianas con las donaciones que mi mamá siempre hacía a través de sus amigos más cercanos. Otra razón para emprender esta misión era visitar nuevamente a comunidades del Carmen del Darién; un año antes había sido invitada por un sacerdote misionero con el único fin de llevar un mensaje evangelizador en Cristo. Para este segundo viaje solo tenía ganas y sin un peso en el bolsillo y en compañía de tres jóvenes con espíritu aventurero y solidario iniciamos la travesía a través de caños y ríos de la región del Darién en los departamentos de Chocó y Antioquia, Colombia.
Fueron muchas las críticas y las preguntas que hicieron familiares, amigos y hermanos del Camino Neocatecumenal al cual pertenezco hace 12 años: ¿Para qué te vas al Chocó, aquí hay personas que necesitan mucha ayuda?, ¿no le da miedo exponerse a una enfermedad (soy alérgica a los mosquitos)?, ¿y si la retiene un grupo al margen de la ley?, ¿de dónde va a sacar plata?, ¿quién la va a acompañar?, ¿por qué iniciar ese viaje?, ¿por qué dejar a mi mamá que estaba enferma?; la verdad no tenía una respuesta para todas las preguntas, solo tenía ganas y un llamado que solo los consagrados a Cristo conocemos: “Debes ir a ese lugar, yo iré contigo y te protegeré”. Haciendo caso a este llamado y como para ir más segura y motivar a mis 3 acompañantes que son creyentes, busqué en el calendario una fecha de devoción Mariana para iniciar el viaje, el 16 de julio día de celebración de los conductores, viajeros y navegantes devotos a Nuestra Señora del Carmen era la fecha señalada y así fue, mi deseo se hizo realidad junto a dos hermanos David* y Santiago*, y Camila* una joven viajera que arriesgó en Cristo para no dejarme ir sola. Los cuatro conseguimos durante 15 días los viáticos y muchas donaciones en mercado, medicamentos, útiles escolares y ropa para entregar a éstas comunidades. Hoy nuevamente doy gracias a las personas que generosamente y sin hacer tantas preguntas dijeron sí a la misión y aportaron para que se hiciera realidad.
La respuesta a tantas preguntas se me revela hoy, sí hoy que decidí escribir dos años después de aquel viaje, hoy cuando celebro la vida más que nunca, época de contingencia, de pandemia, de crisis e incertidumbre, de no querer vivir para muchos; ya tengo la respuesta a la experiencia que viví hace dos años, es la que hoy me permite entender cuál es la verdadera misión de vida personal: conocer mi historia de vida más allá de la propia, es ir más allá hasta construir parte de mi árbol genealógico y que se me revelaran verdades desconocidas durante toda mi vida, vivía una vida de mentiras , en ocasiones sentía que no pertenecía a mi familia , mi cruz ha sido no sentirme amada por mi familia, esta herida debía sanarla y responde el ¿para qué? . Resulta que en las comunidades del Carmen del Darién eso es lo que hay; familias que en medio de las precariedades, viven en constante comunión, son felices en medio de la adversidad, disfrutan de lo esencial de la vida, se alimentan de lo que produce su tierra, sus ríos, no hay presencia del Estado, ni de la Iglesia pues son contados los misioneros que se han escapado en su tiempo de vacaciones para evangelizar en estas tierras. Gracias a Dios un sacerdote tal vez por mi insistencia decidió acompañarnos para llevar el sacramento del bautismo a niños, jóvenes y adultos. Aquí hago un paréntesis a mi relato personal: - respeto la libertad de cultos y paradójicamente habitantes del Carmen del Darién pertenecientes a otras religiones diferentes a la católica nos acogieron con amor y generosidad, dejando a un lado sus creencias permitieron a otros acercarse a conocer de la palabra de Dios, porque Dios es amor y unión, no es división, no es condenación, no es una imposición, conocer a Dios y su palabra es una experiencia única y personal. Lo que para muchos es poco razonable para las familias de esta región del país es simple: para ser felices sólo hay que disfrutar de lo simple , amar al hermano, formar familias, cuidar y aprovechar lo que la naturaleza les provee en abundancia, en épocas donde cesa la guerra y no tienen que estar errantes, siempre está Dios en medio de ellos-
Continuo con mi experiencia de vida y la respuesta a todas las preguntas, tuve que cumplir esta misión para conocer lo que es vivir en familia, libre de prejuicios y de una religiosidad natural que me ha hecho más mal que bien, para probarme a mí misma hasta donde podía hacer solo con la Fe en Cristo, dejarlo todo, y seguir mi intuición, aprender a confiar en mí y conocerme, dejar el miedo a vivir y comprender a través de la experiencia, que no hay misión más importante en la vida que amarse a sí mismo para poder amar a otros, conocer y aceptar nuestra historia de vida, esto lo dicen muchos guías, maestros, líderes, pero como yo soy una persona muy terca - los que me conocen saben que mi terquedad no tiene límites - , tuve que ir hasta un lugar muy remoto para vivirlo en la vida de otros y aplicarlo a mi vida.
No ha sido fácil aceptar mi historia, sobre todo en estos 4 meses de cuarentena, he pasado del odio al amor a mi padre y hoy luego de muchas confrontaciones y descubrir su historia de vida por fin nos podemos mirar a los ojos, los veo claros, mi padre tiene los ojos de un color pardo, varían su tonalidad dependiendo de su estado de ánimo, cuando está feliz se le aclaran y alcanzan un tono verde, verde como la naturaleza que amo y el tesoro verde que descubrí en las selvas del Carmen del Darién Chocó. Termino con una frase desconozco su autor pero ha sido mi punto de partida a este despertar de conciencia: “Si quiere salvar el mundo, este planeta, primero vaya y ame a su familia”
No ha sido fácil aceptar mi historia, sobre todo en estos 4 meses de cuarentena, he pasado del odio al amor a mi padre y hoy luego de muchas confrontaciones y descubrir su historia de vida por fin nos podemos mirar a los ojos, los veo claros, mi padre tiene los ojos de un color pardo, varían su tonalidad dependiendo de su estado de ánimo, cuando está feliz se le aclaran y alcanzan un tono verde, verde como la naturaleza que amo y el tesoro verde que descubrí en las selvas del Carmen del Darién Chocó. Termino con una frase desconozco su autor pero ha sido mi punto de partida a este despertar de conciencia: “Si quiere salvar el mundo, este planeta, primero vaya y ame a su familia”
*Seudónimo
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